Por Augusto Cauti, abogado y exviceministro de Minas.
Recientemente, se ha venido gestando internacionalmente un nuevo escenario en las relaciones geopolíticas con un mayor énfasis en la captación de ciertos recursos minerales. En el nuevo Gobierno de EE.UU. se nombró al gran impulsor de la electromovilidad (Elon Musk) como superejecutivo en su nueva burocracia; a la vez, se empezó a delinear una política para redefinir el comercio mundial y una “guerra arancelaria” que incluyen en sus disquisiciones al cobre, el aluminio o al acero. Ello ha tenido eco y respuestas en otros países o ejes regionales, como Canadá, México, China, Australia, Europa, etcétera. Paralelamente, hay anuncios relevantes por el mismo Gobierno estadounidense sobre el reembolso que Ucrania debe procurar con recursos minerales (tierras raras) por fondos de su defensa militar o el interés por anexar el territorio de Groenlandia, atendiendo a la vasta riqueza mineral que ocupa su geografía con metales como tierras raras, níquel, grafito, carbón, etcétera.
Se trata de un nuevo marco global en el que incluso se propone un freno a políticas previas como la mitigación de impactos por el cambio climático, aunque el eje central continúa siendo riquezas mineras, como se puso de manifiesto últimamente por incertidumbre económica, como por la transición energética y la electromovilidad. Esto ha sostenido precios máximos de metales como el cobre, oro y plata, u otros menos reconocidos, como cobalto, níquel, uranio. Se suma el flojo incremento de la oferta mundial de metales y el creciente aumento de su demanda por la expansión de economías en desarrollo, nuevas tecnologías emergentes y mayor digitalización.
Las materias primas mineras están reconfigurando la geopolítica mundial y esta a los mercados de materias primas. Países industrializados buscan asegurar su suministro, inversionistas desean mover capitales para captar metales; más tecnologías e innovación por mayor complejidad en su explotación, más problemas sociales en localidades que se ubican. Una serie de instrumentos internacionales van encaminando esa ruta, más de 10 listas de minerales críticos aprobadas por países industriales, el acuerdo entre Unión Europea y Australia sobre minerales críticos, el compacto del clima, minerales críticos y transformación de energía limpia entre Australia y EE.UU., la cooperación entre EE.UU. e India en proyectos exploratorios conjuntos, el liderazgo de Corea del Sur en la Asociación de Seguridad de Minerales, el entendimiento entre EE.UU. y Ucrania, o la orden ejecutiva firmada recientemente por Trump para aumentar la producción de minerales críticos en su territorio.
En este contexto, los minerales se convirtieron en elementos críticos o estratégicos que permiten asegurar las actividades industriales que el planeta requiere y la actividad minera en un sector económico más susceptible de involucrarse en asuntos geopolíticos y económicos. Así, el desarrollo sostenible minero deviene en fundamental no solo para asegurar el suministro confiable y seguro de minerales, sino también para evitar conflictos sociales y ambientales en los países donde se encuentran.
Justamente, aquellos países que actualicen sus marcos legales mineros y ofrezcan un entorno adecuado serán las jurisdicciones que tendrán más posibilidades de atraer inversiones privadas para exploración y explotación, garantizando un enfoque responsable en su obtención, con lo que podrán mejorar sus economías, aumentar recaudaciones tributarias, divisas por exportaciones, oportunidades de empleo o el desarrollo de infraestructuras. La colaboración entre bloques económicos y países será crucial tanto por el lado de la demanda minera como por el de la oferta.}
P21