La policía sudafricana está tras la pista de un líder de una banda de Lesoto, conocido como «Tigre», quien presuntamente controlaba las actividades en una mina de oro ilegal donde la semana pasada se descubrieron 78 cadáveres, resultado de meses de intervención policial. Se cree que «Tigre» escapó de la mina de Stilfontein, que estaba siendo vigilada por las autoridades, con la ayuda de funcionarios, según informó el lunes el Servicio de Policía de Sudáfrica.
La policía sudafricana está llevando a cabo investigaciones exhaustivas y operaciones de rastreo para identificar a los funcionarios que habrían facilitado su fuga desde el pozo 11 hasta las celdas de detención en Stilfontein. A pesar de los esfuerzos, la fuga de «Tigre» ha generado una fuerte reacción pública, especialmente por la forma en que se llevó a cabo la operación policial, que incluyó cortar el suministro de alimentos y agua a los mineros con el fin de forzarlos a salir de las minas y ser detenidos.
El ministro de Economía de Sudáfrica, Enoch Godongwana, defendió la postura del gobierno, afirmando que el Estado no debía ser considerado responsable de las muertes ocurridas en la mina. En una entrevista durante el Foro Económico Mundial en Davos, Godongwana aseguró que los mineros ingresaron voluntariamente a las minas y participaron en actividades ilegales. «Volver y decir que el Estado debe asumir la culpa por ello está fuera de lugar», expresó.
El enfrentamiento con los mineros culminó la semana pasada con una operación de rescate patrocinada por el Estado, en la que 246 supervivientes fueron liberados de la mina. Muchos de ellos se encontraban en estado de extrema debilidad, debido al hambre y las condiciones extremas que sufrieron bajo tierra. Testimonios de los mineros rescatados apuntaron que, aunque había comida disponible en la mina, los jefes de las bandas se encargaban de acapararla para sí mismos.
Se estima que miles de personas realizan actividades de minería ilegal en minas industriales abandonadas en Sudáfrica, muchos de los cuales pasan meses trabajando bajo tierra. Las autoridades sudafricanas aseguran que estas operaciones son lideradas por bandas de crimen organizado provenientes de Lesoto, y que algunos de los mineros ilegales son inmigrantes que llegan sin saber realmente en qué están involucrados.
La figura de «Tigre» se ha destacado como líder de estas operaciones ilegales. La policía ha citado testimonios de algunos de los mineros que lo acusan de ser responsable de varios crímenes dentro de la mina, incluyendo muertes, agresiones y torturas. Además, se le acusa de apropiarse de los alimentos que deberían haberse distribuido entre los mineros, dejando a muchos de ellos sin recursos básicos durante su trabajo ilegal.
Las investigaciones continúan en busca de más detalles sobre las actividades de «Tigre» y los vínculos con las bandas que operan en las minas ilegales. Las autoridades sudafricanas siguen trabajando para rastrear a los responsables de la fuga y dar con el paradero de los involucrados en esta red de minería ilegal que ha causado tantas tragedias en la región.
El rescate de los 246 mineros sobrevivientes ha resaltado la gravedad de la situación, con muchos de los rescatados llegando en condiciones precarias. Las autoridades continúan con sus esfuerzos para controlar la situación en las minas ilegales y frenar las operaciones de estas bandas criminales que ponen en riesgo tanto a los mineros como a la seguridad de la región.
El caso de «Tigre» ha llamado la atención internacional, con muchos observadores cuestionando las condiciones laborales en las minas ilegales y la implicación de bandas organizadas en el manejo de estas actividades. A medida que la policía sigue su búsqueda, el futuro de los miles de mineros que operan en condiciones extremas y peligrosas sigue siendo incierto.
Con cada nuevo avance en la investigación, las autoridades esperan poder desmantelar la red de minería ilegal que ha estado afectando a Sudáfrica y poner fin a las trágicas muertes y abusos ocurridos en estos yacimientos de oro controlados por criminales.