En el sur peruano, la preocupación por los conflictos sociales y los bloqueos de carreteras ha desplazado a la inquietud por la demora en los trámites en el sector minero. En ese marco, Apumayo -que sufrió un incendio de sus instalaciones el 2021- redujo sus operaciones, pero mantiene la apuesta por el proyecto de oro Ancos (Ayacucho) y negocia “joint ventures” para iniciativas más allá de este metal precioso.
Guillermo Shinno, gerente general de Apumayo, señaló que su mina del mismo nombre en Ayacucho operó hasta junio del 2022. Actualmente, la empresa ejecuta el plan de cierre de algunos componentes (botaderos, tajos y parte de la planta); sin embargo, ha disminuido el ritmo de las actividades.
“Las tareas no se han parado, pero sí hemos reducido la cantidad de gente y equipos para las labores de cierre. Aún tenemos amenazas de manifestantes que quieren subir a la operación. Están en contra del Gobierno, pero atacan unidades mineras”, comentó a Gestión.
En esta etapa, explicó que vienen retirando el cianuro del pad de lixiviación y a su vez recuperando contenidos de oro de dicha área hasta que hacerlo siga siendo rentable. Así, estimó que estarán hasta un año y medio más extrayendo mineral del pad.
Sobre el cierre y pos cierre de los referidos componentes, estimó que el proceso tomará alrededor de cinco años. Luego, el Estado debería certificar el cierre final de la mina, aunque este procedimiento enfrenta demoras de las entidades involucradas, prolongando el gasto de las empresas mineras, aseguró.
Más allá del adiós a la mina Apumayo, el ejecutivo recordó que tienen al proyecto de óxidos de oro Ancos (Ayacucho) como un activo para prolongar las operaciones de la compañía en el futuro cercano.
Ancos, plazos e inversión
Consultado por el estado del proyecto Ancos, Shinno detalló que el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) se entregaría al Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace) en el tercer trimestre del 2023. Hacia el primer trimestre del 2024, esperan la aprobación del documento para solicitar el permiso de construcción al Ministerio de Energía y Minas.
“La construcción tomaría nueve meses y, a inicios del 2025, podría iniciarse la operación, con una vida de mina de ocho a 10 años”, estimó, tras mencionar que esta iniciativa impactará positivamente en la provincia de Lucanas.
Si bien Ancos reutilizará algunos activos de la planta de Apumayo, precisó que este nuevo proyecto requerirá US$ 100 millones para habilitar tajos y zonas de desmonte, construir un nuevo pad de lixiviación e instalar equipos en la planta.
Refirió que el financiamiento será con recursos propios, siguiendo la política corporativa del grupo al cual pertenece Apumayo y que comprende a la empresa Anabí, además de contratistas mineros y otras firmas del fallecido empresario Guido del Castillo.
Al margen de la fluctuación del precio del oro, recalcó que la apuesta a largo plazo por Ancos se sustenta en la apreciación de dicho mineral como activo de refugio en momentos de crisis.
Joint Ventures por exploración de cobre y ofertas en el exterior
Respecto al desarrollo de más proyectos mineros, Shinno mencionó que las empresas vinculadas a Apumayo tienen concesiones en Ayacucho, Cusco, Apurímac y Tacna. En conjunto, estas firmas invertirán hasta US$ 17 millones en la exploración de estos yacimientos en el 2023.
“Estamos privilegiando zonas donde tenemos indicios que puede haber óxidos de oro, que son de nuestro interés”, anotó.
Sin embargo, destacó que algunas de las concesiones también tienen contenidos de cobre y otros minerales. Para su explotación, el ejecutivo reveló que conversan con compañías mineras -la mayoría de ellas internacionales- para establecer “joint ventures” a través de los cuales éstas controlarían y operarían los proyectos.
“Hemos firmado convenios de confidencialidad con varias empresas de primer nivel que están interesadas en participar en estos proyectos de cobre, algunos de los cuales son grandes y pueden costar US$ 1,000 millones o US$ 2,000 millones”, expresó.
Y sobre oportunidades de crecimiento inorgánico, el ejecutivo recordó que han recibido ofertas de prospectos de otros países y Apumayo las revisa para determinar si están dentro de la línea de negocios de óxidos de oro, así como para evaluar los aspectos legales y tributarios de esos países.
No obstante, aclaró que están priorizando el desarrollo en Perú, especialmente, de proyectos de sus propias concesiones.
Malas señales a inversores, en momento expectante para el cobre
Sobre el apetito de mineras globales para “joint ventures” en proyectos de cobre en Perú, Marcial García, socio de Impuestos de EY Perú, destacó que el país ocupa una elevada posición en el ranking mundial de producción y reservas, por lo cual presenta un alto potencial para futuras exploraciones y desarrollo de nuevos proyectos.
Sin embargo, consideró que las señales dadas a los inversores en los últimos tiempos “no han podido ser peores”, habiéndose traducido en un deterioro de las expectativas de inversión en el sector.
“Algunas causas de este retroceso son bien conocidas, pues se arrastran desde hace mucho tiempo, como el mal manejo de los conflictos sociales de parte del Estado, las trabas burocráticas y la sobrerregulación. Pero, ahora, a ello se suma la inestabilidad política y la convulsión social”, declaró a Gestión.
Para que cualquier iniciativa en el sector minero tenga posibilidades de ser exitoso, recordó que lo mínimo que se le puede pedir al Gobierno es el respeto de la seguridad jurídica, que otorga predictibilidad a los agentes económicos.
Más allá de la turbulencia política local, destacó que la reapertura de China, luego de casi tres años de confinamiento por su política “cero covid”, y la transición del mundo hacia el uso de energías renovables deberían impulsar la demanda y el consumo de cobre en los próximos años.
“Esto representa una gran oportunidad para el Perú, al ser el segundo productor a nivel mundial después de Chile. Los altos precios de los metales generan varios efectos positivos, como los vinculados al crecimiento del PBI, de las exportaciones, la recaudación fiscal y la mejora la balanza comercial pero también hacen más atractivos los proyectos mineros para el inversionista”, finalizó.
Inversión en exploración cae en diciembre
En diciembre de 2022, la inversión en exploración minera llegó a US$ 46 millones, registrando así una contracción de 8.2% con respecto a lo reportado en diciembre 2021 (US$ 50 millones), reportó el Boletín Estadístico Minero del Ministerio de Energía y Minas (Minem).
Dicho resultado fue presionado por la menor inversión ejecutada por Shougang Hierro Peru (-22.9%) en la unidad CPS1 (Ica) y Compañía Minera Chungar (-9.5%) en su concesión Acumulación Animon (Pasco).
Aun así, la inversión acumulada del 2022 sumó US$ 429 millones, lo que representó una variación positiva de 27.8% en referencia al mismo periodo del año previo (US$ 336 millones).
Por empresa, los principales inversores en exploración minera en el 2022 fueron Compañía de Minas Buenaventura con el 14.6% de participación, seguida de Poderosa con 9.1%; y, en tercer lugar, Cerro de Pasco Resources Subsidiaria del Perú con el 8.4% del total.
En la actualidad, la cartera de proyectos de exploración minera comprende 63 proyectos ubicados en 17 regiones del país y una inversión global de US$ 586 millones. Sin embargo, las perspectivas para el 2023 apuntan a una caída de entre 10% y 20% en el desembolso para esta actividad.