Si bien los precios de los metales alcanzaron máximos históricos durante el 2021, la producción minera en el Perú aún no recupera sus niveles prepandemia. El bajo desempeño del sector estaría asociado principalmente a la intensificación de los conflictos sociales y al agotamiento de recursos minerales en algunas zonas ante el retraso de nuevas inversiones.
Para aprovechar los precios altos durante el 2022, se requieren medidas que aseguren la competitividad de la minería en el Perú.
Buenos vientos
Durante el 2021, el precio de los metales que el Perú exporta alcanzó niveles máximos. La cotización del cobre, el principal metal que compone la canasta exportadora peruana, rompió récords históricos al alcanzar un promedio anual de US$4,22 por libra, superando en 56% al precio promedio del periodo 2016-2020. Como resultado de los mayores precios de los ‘commodities’, el índice de precios de exportación del país se incrementó en alrededor de 30% respecto del 2020.
Los mayores precios de las materias primas han permitido elevar notablemente el valor de las exportaciones mineras peruanas. Los últimos datos del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) disponibles a noviembre de 2021 muestran que las exportaciones mineras sumaron US$39.200 millones durante los 12 meses anteriores, la cifra más alta desde que se tiene registro. El incremento del valor de la producción minera ha sido fundamental para elevar los ingresos del Estado y contribuir a la recomposición de las cuentas fiscales, luego de aplicar uno de los estímulos fiscales más grandes de la región para contener los efectos de la pandemia. De hecho, el sector minero explicó directamente casi la mitad del incremento de recaudación entre el 2019 y 2021.
Infografía: Raúl Rodríguez.
Sin embargo, el atractivo de los buenos vientos externos no se ha reflejado en una mayor producción minera. Por el contrario, el acumulado enero-noviembre de 2021 se mantiene 5% por debajo de lo registrado durante los mismos meses del 2019. Esto se explica principalmente por los menores volúmenes de cobre (-7%) y oro (-25%), compensados parcialmente por un incremento en la extracción de hierro (27%) y zinc (10%). En agregado, la menor producción evidenciaría el desaprovechamiento de las altas cotizaciones internacionales que permitirían obtener los recursos fiscales necesarios para el cierre de las brechas sociales y de productividad.
Conflictividad y nuevos proyectos
La caída en la producción minera estaría asociada fuertemente con el incremento de la conflictividad social. En diciembre del 2021, la Defensoría del Pueblo identificó un total de 86 conflictos mineros, el mayor número registrado en más de cuatro años. El caso más destacado es el de Las Bambas, que se vio afectada por un continuo bloqueo de sus vías de acceso. La menor producción de cobre de dicha mina explica casi en su totalidad el bajo desempeño de Apurímac durante el 2021. La producción minera de Cusco y Áncash también se vio afectada parcialmente por los conflictos sociales que ocurrieron en el último año. Sin embargo, en el caso de Áncash, el fuerte crecimiento en la producción de zinc (38%) fue suficiente para mitigar dichos efectos negativos.
El agotamiento de reservas en algunas minas también explicaría parte de la caída en la producción en los últimos dos años debido al retraso en nuevas inversiones. El caso más emblemático corresponde a Cajamarca, cuya producción de oro en el 2021 representó menos del 20% de los 103 mil kilogramos de producción registrada en el 2005, ante la inviabilidad de la puesta en marcha de nuevos proyectos. Frente a ello, el inicio de operaciones del proyecto Yanacocha Sulfuros previsto para el 2025 significa una oportunidad para evitar el agotamiento de las reservas de la región y diversificar su cartera productiva de oro a cobre. En tanto, las operaciones de Cerro Verde en Arequipa en el último año se vieron afectadas por sus operaciones en zonas con menor contenido metálico y trabajos de mantenimiento.
Cabe notar que los efectos negativos descritos se vieron compensados parcialmente por el inicio de nuevas operaciones mineras. Por ejemplo, el buen desempeño de Ica, donde la producción minera creció 34% en los últimos dos años, se debe a la apertura de Mina Justa en julio de 2021. Asimismo, en Junín, la puesta en operación de dos nuevos molinos en Minera Chinalco contribuyó a que la producción de cobre se incremente en 20% frente al 2019.
Perspectivas para el 2022
Para el 2022, se prevé que las cotizaciones de los metales se mantengan relativamente altas en línea con la recuperación de la economía mundial. En los próximos años, la transición hacia una economía “verde”, intensiva en el uso del cobre, representa un factor que incidirá positivamente sobre el precio de dicho metal. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la demanda por cobre se duplicaría en los próximos 20 años.
Ante el escenario internacional favorable, es importante asegurar la competitividad del sector para aprovechar el enorme potencial geológico del país. Al margen de los conflictos sociales, resaltan dos riesgos potenciales: el incremento de la carga fiscal minera que continuaría impulsando el Ministerio de Economía y la eliminación de la tercerización e intermediación laboral que buscaría el Ministerio de Trabajo. Sin embargo, cabe recordar que la minería en el Perú está sujeta a cargas más altas que en otros países mineros como Chile, Canadá y Australia. Además, esta actividad requiere de servicios altamente especializados, como el mantenimiento de tecnologías y maquinarias de punta, los cuales serían inviables sin la flexibilidad del régimen de tercerización.
Que la minería siga siendo uno de los principales motores del crecimiento sostenido e inclusivo para los siguientes años depende de las decisiones que se tomen hoy.
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El Comercio