El oro alcanzó un nuevo récord histórico el 16 de abril de 2025, superando los 3,333 dólares por onza. En lo que va del año, su valor ha crecido más de un 25 %, consolidándose como el refugio financiero por excelencia en un mundo marcado por la inestabilidad. Esta subida refleja una combinación de tensiones económicas, incertidumbre política y ajustes en las dinámicas globales, factores que impulsan a los inversionistas a buscar seguridad en activos tradicionales.
Uno de los motores clave detrás de esta tendencia es el retorno de políticas comerciales proteccionistas en Estados Unidos. Con Donald Trump nuevamente en la presidencia, se han reinstaurado aranceles del 10 % en diversos sectores, generando nerviosismo en los mercados. Esta situación ha reforzado el atractivo del oro, pero también ha elevado el interés en otros metales preciosos como la plata y el platino, que suelen comportarse de manera similar ante los mismos factores macroeconómicos.
A esta dinámica se suma el creciente apetito de los bancos centrales por el oro, especialmente en países como China. Estas instituciones están fortaleciendo sus reservas como estrategia para reducir su dependencia del dólar, una moneda que viene mostrando signos de debilidad. Se estima que este año podrían comprarse hasta 1,000 toneladas métricas de oro a nivel global, una cifra sin precedentes recientes y que refleja un posible cambio en el sistema monetario internacional.
En Wall Street, los pronósticos no hacen más que reforzar esta visión. Firmas como Goldman Sachs prevén que el oro podría alcanzar los 3,700 dólares por onza antes de fin de año, e incluso llegar a los 4,000 dólares para mediados de 2026. UBS también se suma a esta expectativa alcista con una proyección de 3,500 dólares. En ambos casos, los analistas coinciden en que no se trata de una burbuja especulativa, sino de un reajuste estructural del valor del oro como activo estratégico.
Para los inversores argentinos, este panorama abre múltiples oportunidades. Desde la compra de oro físico hasta la inversión en CEDEARs de compañías mineras como Barrick Gold, o incluso opciones digitales como Paxos Gold (PAXG), existen herramientas accesibles para sumarse a esta nueva fiebre dorada. Más allá del rendimiento financiero, el auge del oro también pone en valor el rol de la minería responsable como motor de desarrollo económico y pieza clave en el tablero geopolítico global.