La administración de Donald Trump ha destacado la importancia de asegurar un suministro constante de minerales críticos, considerados esenciales para la seguridad económica y nacional de Estados Unidos. En este contexto, América Latina emerge como un proveedor estratégico para satisfacer esta creciente demanda, especialmente en metales clave como el cobre, el litio y el cobalto.
Recientemente, la Cámara de Representantes de EE. UU. aprobó un proyecto de ley promovido por el Partido Republicano, conocido como la Ley de Consistencia de Minerales Críticos. Esta iniciativa busca alinear la identificación de materiales básicos del Departamento de Energía con la lista de minerales críticos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Si se aprueba, todos los productos incluidos en esta lista obtendrán los mismos beneficios fiscales que los minerales críticos actuales, lo que los haría elegibles para créditos fiscales relacionados con la energía limpia y recibirían también apoyo financiero.
A pesar de los esfuerzos por agilizar el proceso de obtención de permisos para proyectos mineros de minerales críticos dentro de Estados Unidos, como el cobre, el cambio no será inmediato. La administración busca reforzar la cadena de suministro nacional y reducir la dependencia de países como China, aunque la transición llevará tiempo, según los expertos.
Rodrigo Russo, director de inteligencia de negocios y análisis de riesgos en la consultora Control Risks, señaló en una entrevista con BNamericas que la relación geopolítica entre China y Estados Unidos será un tema clave en la agenda de Trump. En este contexto, la administración de EE. UU. tiene un interés creciente en fortalecer sus lazos con países de América Latina que cuentan con abundantes recursos minerales, lo que también abre una puerta para el desarrollo de relaciones estratégicas a largo plazo.
Russo recomienda que los gobiernos latinoamericanos consideren las posibles ventajas de estas alianzas, evaluando cuidadosamente qué pueden obtener en términos de financiamiento, infraestructura, logística y acceso a tecnologías. En este sentido, los países de la región podrían aprovechar las oportunidades para mejorar sus economías y modernizar sus sectores mineros mediante una cooperación más estrecha con Estados Unidos.
El año pasado, Estados Unidos dependió en su totalidad de las importaciones para el suministro de 12 minerales críticos y tuvo una dependencia superior al 50% para 29 de los 50 minerales clave en la lista del USGS. Aunque China y Canadá fueron los principales proveedores, con más del 50% de los productos importados, países latinoamericanos como Brasil, México, Chile, Bolivia, Perú y Argentina también desempeñaron un papel crucial en este comercio.
La demanda creciente de minerales críticos, en particular el litio, el cobalto y las tierras raras, ha impulsado a Estados Unidos a diversificar sus fuentes de suministro y disminuir su dependencia de países como China. América Latina, con sus vastos recursos minerales, se posiciona como una región clave para abastecer esta demanda, lo que abre nuevas oportunidades para fortalecer la cooperación entre ambos continentes.
Países como Chile, Argentina y Perú, que albergan importantes reservas de litio y cobre, se encuentran en una posición privilegiada para beneficiarse de esta relación con Estados Unidos. Una mayor colaboración en el desarrollo de proyectos mineros y en la implementación de tecnologías limpias podría traer beneficios sustanciales para estos países, aunque es esencial que evalúen cuidadosamente los términos de dichas alianzas para asegurar que los beneficios económicos y sociales sean sostenibles.
Asimismo, la adopción de prácticas mineras responsables y sostenibles será fundamental para reducir los impactos ambientales y sociales asociados a la extracción de minerales críticos. En este sentido, la cooperación internacional en el establecimiento de regulaciones y estándares para una minería más sostenible y equitativa será clave para garantizar que los proyectos sean beneficiosos tanto para los países productores como para la comunidad global.
México, con su enorme potencial minero, especialmente en litio y cobre, podría ser uno de los países que más se beneficie de esta legislación. Al estar geográficamente cerca de Estados Unidos y contar con acuerdos comerciales como el T-MEC, México se posiciona como un socio estratégico natural. La posibilidad de que proyectos mineros en el país reciban incentivos fiscales y apoyo financiero a través de esta nueva ley podría atraer inversiones frescas y modernizar la infraestructura minera mexicana.
Además, la legislación también podría fomentar la transferencia de tecnología, promoviendo la adopción de mejores prácticas mineras y la utilización de tecnologías más limpias y sostenibles. Las alianzas con Estados Unidos no solo potenciarían el sector minero de México, sino que también tendrían un impacto positivo en la economía en general, ayudando al país a fortalecer su posición en la industria minera global y avanzar hacia un modelo más verde y eficiente.